domingo, 9 de mayo de 2010

Código restringido: El de la triste figura e Ignatius.


Tiene el grasiento Ignatius un genio espectacular, es una de esas no abundantes personas que se dedican a hacer aquello consecuente con su ser. Con Ignatius hemos topado, querido Sancho, los necios se conjuran contra el.

Decía Niche que no es la razón sino el instinto, no Apolo sino Dioniso. Al bueno de Ignatius no parece claro cuál de estos lados le sienta mejor, si bien de la razón hace su faro el instinto le supura por las orejeras de su grasienta gorra. He aquí encarnada la voluntad de poder, supervivencia y aumento de su situación. A ello se dedica Ignatius contra viento y marea... a penas logra no sucumbir.

Qué cosa, en ello se centra sin atisbo de duda, y aun así los necios, menos, claro está, la parte que a el mismo le corresponde, impiden que se coma plenamente la tostada. ¿Será a lo máximo a lo que se puede aspirar cuando uno va " to tieso" contra la conjura y a lo suyo.
El asunto es que al de la triste figura, icono de todo el movimiento, tampoco le fue mejor, toda su energía concentrada no le valió contra el bachiller Carrasco y, con menos suerte que Ignatius, vencido, se retiró. Ante su incapacidad prefirió disolverse. Gran punto medio fue el intento de Sancho de cambiar el contexto para poder seguir con su historia.
Ahora bien, igual que Ignatius sabía que carrito de perritos calientes no era gran empresa alimentaria, Quijote sabía que en la cueva no estuvo varios días.

Por supuesto que será cuestión de grado, pero ¿ puede el hombre dejar de ser animal social para dedicarse a su albedrío particular? Chungo, aunque hay sus más y sus menos.

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